Texto extraído de su libro "La Hipnosis Clínica Inductiva"
Las tan traídas y llevadas regresiones, puestas de moda
últimamente, son una búsqueda en el pasado de determinados sucesos, que habiendo
podido ser traumáticos, la mente tiene borrados, olvidados aparentemente, pero
que en cuyo interior siguen activos y produciendo patologías. Son sucesos o
impactos emocionales sufridos en algún momento de nuestra vida y que han
quedado ahí, sin resolver, sin cerrarse, siendo origen de diversas patologías.
Es necesario ser muy cautelosos al poner en práctica esta
técnica, ya que los recuerdos en regresión nunca son fiables por completo. A
mayor profundidad, mayor fiabilidad, pero no se puede obviar que una sugestión
puede ser tan fuerte que puede manifestarse en cualquier estado no
siendo cierta. La forma adecuada de buscar traumas escondidos es simplemente
preguntando por el origen del problema actual sin la menor indicación o
sugerencia al respecto, conformándonos con la respuesta, que se puede ampliar,
pero nunca cuestionar.
Hay quien trata incluso de buscar estos sucesos en
presuntas vidas pasadas, pero normalmente nos encontraremos que estas
justificaciones en supuestas vidas anteriores son una solución cómoda y
exenta de riesgo para el terapeuta, ya que “el problema” se ha generado,
supuestamente, hace siglos. En el terreno de las creencias nada hay que decir,
pero en el terreno de la terapia esta técnica es condenable, al igual que otras
que hablan de recuerdos del útero materno o de la regresión por la regresión,
sin justificación terapéutica alguna.
Y digo “presuntas vidas pasadas” porque no existe ninguna
prueba fehaciente de que los recuerdos de vidas anteriores se puedan dar por
ciertos, ni tan siquiera de que existan estas vidas. Es verdad que hay datos
contrastados de individuos que han manifestado recordar direcciones, hechos,
casas, paisajes de otras épocas cuya veracidad o coincidencia dan base para el
debate. No es menos cierto que se ha llegado a comprobar, por medios
absolutamente irrevocables, que individuos que incluso llegaron a hablar en
lenguas ya desaparecidas (xenoglosia) estaban fabulando, lo que se comprueba al
fallar de manera contumaz todas las preguntas que se le hacen de corte
histórico.
No hay nada que permita autentificar, sin paliativos, un
relato en regresión, y más si nos referimos a otras vidas. La mente no sabe
bien negarse a cualquier pregunta y en estados hipnóticos leves va a contestar
de la manera más cómoda para ese inconsciente, sin que la respuesta tenga que
tener relación alguna con la realidad. En hipnosis profunda el sujeto no
aparece en ninguna supuesta vida pasada, simplemente ve todo como blanco o no
ve nada. Así de sencillo y de lógico.
Por otro lado, es frecuente que en la clínica diaria
aparezcan momentos de indefinición del paciente en cuanto a su progreso
terapéutico, ignorándose las causas. Es entonces cuando se aconseja hacer una
regresión, pero a un punto concreto de esta vida y a hechos y momentos que el
paciente conoce, específicamente al momento traumático, por lo que la
fabulación se hace más difícil y lo relatado se hace mucho más fiable. De
esta forma se puede conseguir romper una fijación que el paciente pueda tener
con algún aspecto muy concreto, que en terapia normal impide el lógico
progreso.
Sucede a veces que la mente borra o anula un trauma y
rellena ese vacío con una fábula, bien modificando el hecho en sí, bien
inventándose otro más o menos conexo con el real. Será entonces todo el proceso
posterior, que comienza cuando aparecen las patologías derivadas, el que
informe de lo que se presume ha sido traumático, ya que si se hace regresión no
se va a encontrar nada sustantivo y puede caerse en un grave error de
apreciación y consiguiente diagnóstico.
No hay otra utilidad de las regresiones. Técnicamente la
regresión consiste en ir “abriendo” y mirando dentro de neurotransmisores
cargados de información (esto explicado de forma un tanto gráfica, para hacerlo
más comprensible). Si por cualquier circunstancia el paciente se despierta
saliendo del trance, estando un neurotransmisor abierto, ocurre que si se tenía
un trauma en aquel momento se actualiza al día de hoy, como si hubiera ocurrido
ayer en la tarde.
También puede suceder que si hay empeño en que
existe algo concreto, o debería existir en la infancia y se presiona sobre eso,
el paciente puede llegar a manifestar recordar algo inexistente. Es decir,
fabula e inventa como respuesta de escape a la presión que el terapeuta ejerce.
Aquí aparecen, entonces, los falsos recuerdos, que han sido tristemente
populares también; uno de los más notorios fue el “caso Ingram”. Se trataba de
una familia americana, a cuyas hijas se les sometió a regresión y manifestaron
haber sido violadas por el padre. Éste incluso llegó a aceptar su culpa, si
bien manifestaba no recordar nada. Se le enjuició y condenó, con el
consiguiente destrozo familiar. Después quedaría demostrado que nunca había
existido violación alguna, sin posibilidad de error, aunque el daño fue
irreparable.
Hay otro caso relevante en Norteamérica, similar al
anterior. Una joven acusó a su padre de haberla violado repetidas veces y de
haberla dejado embarazada, también varias veces. El padre, según manifiesta la
hija, le practicó el primer aborto, aprendiendo a hacérselo ella misma para las
siguientes veces. Realizados los consiguientes exámenes forenses resultó que el
padre se había hecho la vasectomía hace algún tiempo, con lo que no podía
engendrar, y la hija aún era virgen, con el himen intacto. No fueron necesarios
muchos más comentarios ni pesquisas, afortunadamente.
Es importante considerar el enorme peligro que existe de
que aparezca un trastorno múltiple de personalidad, al alentar y seguir
indagando por parte del terapeuta sobre una supuesta personalidad diferente a
la que le sigue otra y otra. Una gran parte de este tipo de trastornos se
“fabrican” con las regresiones hechas por incompetentes sin escrúpulos, por lo
lucrativo que resulta.
Es necesario indicar que al hacer una regresión, el
paciente tiene todo el derecho tanto a conocer al detalle lo encontrado, como a
no conocerlo. Por eso es imprescindible saber cuál es su postura para darle la
orden de olvidar lo hablado, o de recordarlo nítidamente, advirtiéndole del
peligro de que la orden de no recordar podría verse superada, es decir, sin
efecto.
También es potestativo del paciente grabar la locución e
incluso filmarla, para lo cual el terapeuta pondrá a su disposición los medios
razonables para ello, o permitirá que lo realice alguien designado por aquél.
Me permito recomendar que las regresiones queden sólo como
elemento técnico, uno más, de tipo terapéutico y para los casos en que sea
imprescindible su uso. A nadie se le ocurre decirle a un cirujano que abra el
cuerpo por la mitad para comprobar si hay alguna lesión o enfermedad y operar
en este caso; primero se comprueba todo lo comprobable con los muchos medios al
alcance del profesional y después, si es necesario, se interviene.
Hipnosis Clínica Girona 627169092
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